Crónica de una mejoría en la Hiperacusia – 2/2




















Esta es la segunda parte de la crónica (ver la primera aquí), que incluye al final unas reflexiones sobre lo experimentado:

- En Setiembre (2015) con algo de dudas me lancé a llevar un curso online dictado en inglés. Era la segunda vez que intentaba hacer algo por el estilo. La primera fue el año anterior (2014) cuando me inscribí como alumno libre en otro curso, pero debido a que el audio de los videos me comenzó a generar molestias en los oídos (a pesar de escucharlos a bajo volumen), no pude ir al ritmo de las clases y al final abandoné el cronograma y continué revisando las clases independientemente por mi cuenta. En este segundo curso, que era pagado, sí estaba obligado a terminarlo en un plazo máximo, y además rendir y aprobar los exámenes si es que quería obtener el certificado. Sin embargo y felizmente, ya no tuve ese problema con los audios, y pude ver y escuchar los videos sin sentir ningún malestar, e incluso repetir varias veces algunos pasajes que no eran muy claros. El curso lo terminé en Enero del siguiente año (2016), aprobando todos los exámenes y obteniendo mi certificado.

- El 24 Diciembre, en la celebración de Navidad, me colocaba como de costumbre mis tapones y mis orejeras poco antes de la medianoche, con el fin de estar preparado para el momento en que comenzaran los fuegos artificiales. Sin embargo el nivel de ruido lo sentí bastante más tolerable que en años anteriores.

- El 31 de Diciembre en la noche, a vísperas de la llegada del Año Nuevo, nuevamente la sensación fue similar, el ruido no lo sentí tan fuerte como antes. Ya pasada la media noche, y habiendo bajado un poco el ruido de los fuegos artificiales, me saqué las orejeras y me animé a tocar el bouzouki (un instrumento de cuerda griego) que hacía mucho tiempo no tocaba debido a la gran resonancia que tiene. Pude tocarlo durante buen rato sin sentir ninguna molestia, lo cual reflejaba una mejor resistencia de mis oídos a la vibración de las cuerdas, considerando que se trataba de este instrumento y de que lo estaba haciendo sin orejeras.

- En Enero del 2016, decidí hacer un cambio en las dos ventanas posteriores de mi dormitorio, que permanecían selladas desde hacía varios años, para evitar que ingresara el ruido proveniente de una avenida principal que estaba cerca. Tenía otra ventana en la parte delantera del dormitorio, que me ofrecía ventilación. Sin embargo, le quité la protección a una de las ventanas posteriores y comencé a dejarla un poco abierta todos los días, cerrándola de noche al acostarme. Conforme pasaron los meses, y como vi que me había acostumbrado al nivel de ruido que  estaba ingresando, fui abriéndola cada vez un poquito más, hasta tenerla a un tercio de su abertura total.

- En el mes de Febrero, mis hermanos y yo decidimos realizar una reunión especial por el cumpleaños de nuestro papá. La reunión se llevó a cabo y en ella incluso me animé a tocar la guitarra acompañando a una sobrina que le iba a dedicar una canción. La reunión terminó en fiesta y hubo música a volumen  bastante alto. Teniendo mis tapones y orejeras colocados, traté de mantenerme en todo momento fuera del ambiente donde estaba el equipo de sonido. Sin embargo, a la medianoche, cuando entró en escena un conjunto musical que llegó para dar una serenata y animar la fiesta, el sonido fue extremadamente alto. A pesar de estar en la terraza (patio exterior de la casa) el sonido resultaba tan estridente que me comenzaron a doler los oídos, a pesar de llevar puestos los tapones y las orejeras. Lo soporté durante un buen rato (casi cerca de una hora), y luego tuve que irme a uno de los dormitorios de la casa para esquivar semejante ruido. Ahí pasé el resto de la reunión hasta las 3am, hora en que me retiré a mi casa. Yo esperaba lo peor, es decir, que en las siguientes dos o tres semana el dolor de oídos fuera constante, y que además apareciera la migraña de costumbre y la sensibilidad auditiva se acentuara. Sin embargo, el dolor a los oídos continuó solo durante el día siguiente, y luego desapareció. No sentí aumento de la sensibilidad, ni la presencia de migraña. Realmente fue algo inesperado.

- Dos semanas después, en el mismo mes de Febrero, asistí a la celebración de un cumpleaños de un familiar muy querido, donde pensé que todo iba a ser muy tranquilo, pero me equivoqué. La reunión estuvo animada con un potente equipo y unos parlantes enormes que estaban dirigidos directamente hacia las mesas donde estaban ubicados los invitados. Nuevamente aquí tuve que permanecer con tapones y orejeras, pero aún con todo el sonido de la música resultaba muy fuerte. Estuve entrando y saliendo constantemente de la zona de los invitados, y permaneciendo durante varios momentos algo prolongados en otros ambientes más lejanos del local. A la hora de retirarme, lo hice sin tener ninguna molestia, la que tampoco apareció al día siguiente, ni en los días posteriores. 

- En los primeros días de Marzo, me animé a quitar la protección de la segunda ventana posterior de mi dormitorio, y la comencé a mantener en un tercio de su abertura total, y la otra ventana posterior a casi la mitad. Este mayor ingreso de ruido ambiental externo tampoco me ha causado molestias a los oídos hasta fecha.


Es probable que la rapidez con la que se ha venido produciendo mi recuperación en todos estos últimos meses, tras estar expuesto a diversos eventos ruidosos, como los ocurridos durante la asistencia a instituto de yoga o a las sesiones dentales, se haya visto determinada o favorecida por la práctica justamente del yoga y la meditación, así como del reiki, disciplinas que aún continuo practicando en la actualidad de manera individual, hasta poder retomar las clases grupales para avanzar a un siguiente nivel. Un testimonio acerca del efecto benéfico de la meditación y el reiki sobre la hiperacusia, se puede leer aquí.

Quizá también esta mejoría puede haberse debido al hecho de haber comenzado a realizar más actividades públicas y en grupo, tal como sucedió también con Begoña Martín, quien narra su experiencia en este en este enlaceRecuerdo que cuando recibí la invitación para viajar en avión dudé mucho y estuve a punto de rechazarla, pero justo en esos días vi una película ("Joueuse"), en cuyo dialogo final uno de los personajes le decía al otro: “cuando tomas un riesgo puedes perder...Cuando no tomas ningún riesgo, siempre perderás”. Esta frase me hizo reflexionar, y entonces acepté la invitación.

Finalmente creo que ha sido determinante el hecho de haber avanzado continuamente en el enriquecimiento sonoro dentro de mi casa, es decir a dejar ingresar cada vez más sonidos ambientales externos, como lo hice con las ventanas de mi dormitorio por ejemplo, y además el utilizar tapones auditivos cada vez más suaves (menos herméticos) y pequeños, tanto dentro como fuera de la casa.

En general, me doy cuenta que ahora cualquier malestar producido por algún ruido intenso, rápidamente desaparece, tardando a lo más un día en hacerlo…a veces incluso solo horas.

A pesar de que aún tengo camino por recorrer hasta llegar a una recuperación más óptima, estoy confiado en que dentro de poco podré reinsertarme a la actividad laboral y social, al menos de forma parcial, y que en un mediano plazo podré inclusive estar realizando alguna que otra presentación musical de manera pública.

Sigo utilizando los tapones continuamente, y de vez en cuando las orejeras, para evitar tener alguna recaída seria, sobre todo tratándose de Lima, una ciudad muy ruidosa, y donde no existe mucha conciencia aún en la población de lo dañino que pueden ser los sonidos intensos. Estos factores ambientales y la imposibilidad de acceder a algún tratamiento guiado por un especialista, han contribuido definitivamente a que mi recuperación venga tomando tanto tiempo, pero aún con todo, el oído me está demostrando que a la larga sí se recupera.


El tinnitus que siempre acompañó a mi hiperacusia, y en casi igual grado de severidad, tuvo un desarrollo distinto, siendo también favorable pero en un sentido diferente, y por lo mismo, en un período mucho más corto. Próximamente les comentaré a qué se debió.



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