Cómo superar la Fonofobia: un caso exitoso
Les comparto aquí la
historia de Begoña, una compañera española que padece de tinnitus e
hiperacusia, quien con determinación y valentía logró superar la fonofobia que
le sobrevino a causa de esos problemas auditivos. Ella compartió su caso a
inicios de este año en una de sus páginas de Facebook, y lo que sigue es un
extracto de aquella publicación, narrada en tercera persona:
“Hace unos cuatro años, sobre el 2010, unos ‘amigos’
llamados acúfenos hicieron acto de presencia en una chica, entonces tuvo un
cambio en el cerebro consiguiendo acercarse al agua y en esos momentos la fobia
que tenía a ella se convirtió en una especie de relajación, cuando escuchaba sonidos de agua parándose en
las fuentes cada vez que las veía. Se sentía muy feliz de ver que estaba
desapareciendo ese miedo al agua. Este cambio le supuso un paso muy importante
para afrontar los acúfenos, la hiperacusia y la fatiga auditiva. Para ella fue
un logro muy importante en su vida.
Para protegerse de los ruidos usaba unos cascos* de
ruido ambiental y después de hacer un tratamiento de sensibilización al ruido, en
el centro auditivo GAES, se fue quitando los cascos, primero en casa, luego en
sitios tranquilos y posteriormente en el gimnasio. El primer sonido que a ella
le producía una especie de relajación fue el sonido de los pájaros, y al ir al
gimnasio ignoraba el ruido de los coches.
Llegó a hacer ejercicio físico como body balance (ejercicios muy suaves
con relajación al final de la clase), body vive, sin ellos (cascos) con música relativamente
alta, y para ella fue un gran logro y un
paso para ver que se puede convivir con hiperacusia. Ella se sintió muy bien y
contenta de hacerlo.**
A raíz de los acufenos empezó a nadar, y consiguió descubrir en la natación un deporte muy terapéutico en el cual logró
mejorar la coordinación de movimientos, los estímulos sensoriales los percibía
de forma más relajada, el procesamiento cognitivo como la memoria, la atención,
concentración, aumentaron. Aprendió a ser muy persistente teniendo mucha
paciencia ante los ejercicios que le suponían más esfuerzo. Ella se sentía estupenda,
contenta y satisfecha de todos sus logros y avances que estaba teniendo. Como
he contado anteriormente, la fobia al agua ya había desaparecido, y eso también
fue un gran avance ya que con el ejercicio disminuía la ansiedad y el estrés
que le producían los estímulos sensoriales. En el agua la fatiga auditiva era
menor y entonces se sentía muy contenta porque para ella era una fuente de
placer.
Posteriormente un día, yendo al gimnasio a nadar, vio un cártel de un
máster estupendo, “Máster de coaching e inteligencia emocional”, le llamó la
atención y buscó la información en internet. “Esto es algo que tengo que hacer
aunque me cueste”, pensó ella, y se fue a informar. Decidió hacerle... Logró
muchas cosas... hizo cosas que ella misma se sorprendió y fueron las pruebas
ideales para cambiar su mente. La prueba de pisar cristales le ayudó a darse
cuenta de que la fonofobia no existía, estaba en su mente el miedo.
Durante esta etapa estaba yendo a terapia cognitivo conductual y con ella consiguió experimentar nuevamente sensaciones, logró gestionar el ruido a través de la relajación, transformando los pensamientos negativos a positivos. Además comenzó a sentir nuevas sensaciones, a través de la vista y del tacto. Está en período de integrar los sentidos de nuevo.
Ha aprendido a gestionar los dolores musculares de la
fibromialgia y a autocontrolarse, pudiendo estar más tiempo sentada y
gestionando cuando el cuerpo tiene necesidad de moverse. Ahora escucha a su
propio cuerpo y sabe cuándo tiene que parar y descansar. El descanso es
fundamental para disminuir el estrés y la ansiedad. Con esto está
consiguiendo gestionar las emociones
ante los sonidos. Es muy importante para estar en sitios ruidosos.
Empezó a enfrentar otras situaciones como el logro de coger el coche y cada vez que le coge ya está mucho más relajada y más tranquila. Se sentía muy contenta de volver a hacerlo y seguirá practicando para mejorar. Viajar sola y conducir sola... lo que yo veía como imposible, se convirtió en posible.
Ha retomado el trabajo y se ha dado cuenta que está cambiando su forma de pensar, ya que las situaciones estresantes le afectan mucho menos y va logrando gestionar que los conflictos son de las personas. Ahora es mucho más tranquila y es consciente de que ella tiene que controlar su propia vida. Cuando se encuentra dentro del algún conflicto sabe que son necesarios y que a ella le afectarán lo mínimo posible.
Le gusta mucho bailar ya que cuando está en movimiento
el sonido entra mejor en su cerebro y ella misma está más relajada. Un día en
un baile estuvo a pocos metros de un altavoz. Se da cuenta que por el oído
izquierdo es mucho más sensible al sonido, entonces lo que hace es ponerse
enfrente de las personas y observa de donde procede.
Hace poco consiguió dormir al lado de un baile con
música alta a través de prestar atención plena al sueño e ignorando el otro
sonido.
Su próximo reto será afrontar ponerse delante de un
micrófono y coger más el cassette para escuchar música.” ***
* se refiere a las orejeras
** según me comentara Begoña en fecha reciente, en esa etapa inicial, le producía dolor escuchar los sonidos
de la calle (los autos y la gente circulando) así como la música alta en el
gimnasio, y su mente quería ponerse las orejeras (cascos) para no escucharlos, sin
embargo, el audiómetra le había dicho que era mejor estimular los oídos para
que no se hicieran más sensibles de lo habitual. Entonces ella persistió, y lo
hizo tal como se lo indicó el especialista, es decir, no utilizar las orejeras,
consiguiendo al final que ese dolor poco a poco fuera disminuyendo. Con el
tiempo se dio cuenta además que el estrés aumentaba ese dolor y la
sensibilidad, entonces decidió cambiar y ver las situaciones de forma más
tranquila, intentando gestionar ese estado, hasta que descubrió que por sí
misma podía modificar los pensamientos siéndole así más fácil hacer muchas
cosas. Al principio, en esa etapa de dejar la
protección auditiva, no usó tapones sino algodón, pero como veía que no le servía
en absoluto, ni le funcionaba, prefirió afrontar la situación sabiendo que el
proceso era muy lento. No usó nada, solo llevaba las orejeras por prevención, y
hacia lo posible para no ponérselas. Ella misma lo notaba cuando en algún fin
de semana se quedaba en casa para descansar la audición, y luego llegaba el
lunes y salía: estaba más sensible al sonido. Decidió entonces que los fines de
semana tenía que salir también.
*** historia publicada aquí, con la autorización de la autora.
*** historia publicada aquí, con la autorización de la autora.
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